Metrópolis (1927)

Como me jacto de no hacer crítica cinematográfica (algo que requiere mucho estudio y trabajo y ganas y experiencia profesional, aunque haya quien no lo crea), sino que esto es más bien un repaso a las películas que voy viendo, con atención a curiosidades e impresiones personales, me quedo mucho más tranquilo.

Porque, ¿cómo se enfrenta uno a hablar de Metrópolis? No, en serio, ¿cómo se abarca algo así? Ni idea, la verdad. Doy por supuesto que esto va a cojear por todos los lados. Queredme igual.

Metropolis_poster, acabo de salir del cine, fritz lang

Futuro, año 2000. En la megalópolis de Metrópolis la sociedad se divide en dos clases, los ricos que tienen el poder y los medios de producción, rodeados de lujos, espacios amplios y jardines, y los obreros, condenados a vivir en condiciones dramáticas recluidos en un gueto subterráneo, donde se encuentra el corazón industrial de la ciudad. Un día Freder (Alfred Abel), el hijo del todoperoso Joh Fredersen (Gustav Frohlich), el hombre que controla la ciudad, descubre los duros aspectos laborales de los obreros tras enamorarse de María (Brigitte Helm), una muchacha de origen humilde, venerada por las clases bajas y que predica los buenos sentimientos y al amor. El hijo entonces advierte a su padre que los trabajadores podrían rebelarse.

Para empezar, por causas que desconozco, no pensaba yo que era una película muda. Que no es que me suponga un problema —sin ir más lejos, ahí os dejo Nosferatu, que es una maravilla y también es muda y, de hecho, es la película más antigua que he visto—. Bueno, un poco de problema igual sí fue. A diferencia de en el cine, donde tengo los cinco sentidos en la pantalla, en casa tiendo a evadirme mucho, así que no recuerdo cuántas veces tuve que rebobinar para no perder el hilo de la historia. Parece que no, pero ahí pasan muchas cosas.

No podía haberla visto en mejor momento, ahora que las distopías están más de moda que nunca —gracias, sin duda a El cuento de la criada, de Atwood o a series como Black Mirror—. Metrópolis es además una película que trae consigo historia: después de su estreno en 1927, la Paramount le recortó treinta minutos para su estreno en Estados Unidos. La UFA, uno de los estudios más importantes de Alemania, también hizo sus recortes para facilitar la exportación. Vamos, que nadie parece haberla visto íntegra. Pero, por sorpresas del destino, en 2008 se localizó una copia original en Buenos Aires, que se restauró y reestrenó en 2010 en el Festival de Berlín. Eso sí, hubo que hacer concesiones, como rellenar la banda sonora de la mejor forma posible, añadir algún cartel con texto para que el espectador no perdiera el hilo y, como algunos planos no estaban en el mismo formato, hay escenas donde se pierde visión de los platós. Minucias. O no.

Como decía, es muy complicado abarcar todos los temas que Metrópolis trae consigo. Como eje central está la opresión de las clases altas al proletariado, que vive en una constante esclavitud (qué visionaria la película, que ya nos decía lo mal que estaríamos en el 2000) de la que es imposible escapar, destino que compartirán sus hijos y los hijos de estos sin remedio. Pero, al mismo tiempo, la automatización de procesos no hace mucho por aliviar esa situación sino que, al contrarío de lo que cabría esperar, sume a todos más aún en la esclavitud, incluso a los ricos, que no pueden vivir sin las comodidades que les ofrece la sumisión a las máquinas.

También tenemos, claro está, una relación —varias, de hecho— amorosa entre el protagonista y María quien, con cierta similitud con un mesías femenino, proclama la lucha a través del amor. Un poco Gandhi todo, no os voy a engañar. Es una relación entre miembros de diferentes clases sociales que recuerda a Romeo y Julieta –hay mucho aquí que recuerda a otras cosas, lo que no deja de ser irónico, porque recrea el futuro como una vuelta de tuerca del pasado; el hombre impelido a repetir una y otra vez sus acciones—. Pero también hay otro amor, mucho más malsano, enfermizo, entre el científico Rotwang y la madre del protagonista, ya fallecida. Incapaz de resistirse a su deseo, Rotwang crea una máquina y le da forma humana, a semblanza de María. Si esta era la reencarnación de la lucha pacífica, el autómata reencarnará todos los vicios habidos y por haber y sembrará el caos y la discordia, ofreciendo así la excusa perfecta para emprender una acción opresora contra los obreros.

Así que tenemos todo lo que podríamos desear, en un largometraje dividido en tres partes: aspectos sociales, económicos, amorosos, políticos… Una sociedad envuelta en decorados de cartón piedra. Una pieza imprescindible que deja más preguntas que respuestas y se sentencia a sí misma con una frase que se repite una y otra vez: Mittler zwischen Hirn und Hand muss das Herz sein (el mediador entre el cerebro y la mano debe ser el corazón). 

Entre lo más «discutible» de ver la película ya pasados los dos mil —nuevamente, las predicciones no se cumplen más que en parte—, y dejo lo de discutible entre comillas, estaría la interpretación de los actores: según los estándares actuales es vomitiva. Así que vais a tener que hacer un esfuerzo y comprender que, en las películas mudas, los gestos absurdos y exagerados hasta niveles impensables estaban a la orden del día para reforzar las ideas que el director quería trasladar. Son antinaturales, chocan con nuestra concepción del arte de actuar y provocan más de una risa de vergüenza ajena, pero poco se puede hacer por evitarlo, más que comprender que el cine no es un arte estático, sino que va avanzando. Aún así, bastante se puede alabar a Fritz Lang el ritmo que consigue impulsar en la trama, las metáforas visuales con las que consigue representar ideas y la coherencia en ese futuro distópico que no se aleja tanto, en algunos aspectos, de lo que vemos hoy en día.

Tal vez lo único que echo de menos es no haber tenido la oportunidad de ver Metrópolis con banda sonora en directo porque, como me sucedió con Nosferatu, estoy seguro de que debe ser una experiencia espectacular. Aún hay tiempo.

¿Habéis visto Metrópolis? Como sucede con muchas películas de culto, fracasó en taquilla en su momento. ¿Qué os ha parecido? ¿Conseguís adaptaros a una estética tan retrofuturista? 

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