La tienda de los horrores (1960)

Yo recomiendo siempre ver películas viejas (cien seguidores del blog menos, así, de forma automática). Siempre podéis decir que no son viejas, que son vintage, que es un eufemismo que no sirve para nada, pero así disimuláis.

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Seymour Krelboin (Jonathan Haze), un joven dependiente de una floristería, está enamorado de su compañera Audrie (Jackie Joseph), pero ella sale con un sádico dentista. Un día, justo después de un extraño eclipse, compra una extraña planta, a la que bautiza como Audrie II. La planta crece rápidamente, gracias a que Seymour le proporciona el alimento que necesita, y se convierte en un ejemplar espectacular, una verdadera atracción para la ciudad.

Ver las cosas con una perspectiva actual cambia el  conjunto. Fijaos en los tres carteles: el primero es un dibujo, donde califica la película como «la más divertida del año». Mirad los tres nombres de actores en la parte inferior. ¿Os habéis quedado con los detalles? Vale. Pasemos al siguiente —esa portada es la que tengo yo—. En primer plano un fotograma de la película. Detrás, un dibujo/sombra de una planta carnívora y… ¡un primer plano de Jack Nicholson! De hecho, si miráis el cartel actoral, veréis que Nicholson aparece en segundo lugar. El tono es mucho más oscuro y ya no hablamos de risas enlatadas. Bien. Pasemos al último cartel. ¿Qué vemos? ¡A Jack Nicholson! Todo el póster para él solo. De nuevo, aparece en los créditos bajo la imagen, esta vez en tercer lugar, pero bien recuadrado, no vaya a ser que se nos pase por alto.

¿Lo habéis pillado, verdad? Los carteles han evolucionado para dar mayor protagonismo al actor que ha sobrevivido en escena desde su estreno en 1960 —Pobre Jonathan Haze, ¡qué desprecio siendo él el protagonista!—. Ahora viene lo interesante: Jack Nicholson sale… ¡En una escena! Y ya está. Ni siquiera es una escena trascendente. Se podría haber quitado, aunque tenga su gracia, y no habría pasado nada. Bueno, sí, entonces la película no llegaría a la hora y sería más un mediometraje. Poco más.

¿Veis como es interesante fijarse en estas cosas con el paso del tiempo? Otra cosa que me ha encantado de esta película (que, por otra parte tampoco es la bomba, aunque se haya convertido en película de culto) es la clasificación de género: comedia de terror. Este tipo de combinaciones no me ha convencido nunca: ¿Me voy a reír? ¿Voy a cerrar los ojos muy fuerte en alguna escena? Aunque, si lo pienso bien, Shaun of the dead también podría encajarse bien en ese género. Pero, la verdad, la parte de terror se me escapa.

En la versión original de La tienda de los horrores, hay tantas referencias al humor mudo de, por ejemplo, Buster Keaton, que yo la encajaría más en la comedia, al menos visionada en 2018. Dudo que la versión musical —sí, musical— de 1986 que, por otra parte, seguro que acabo viendo, me haga cambiar de opinión.

Un guión escaso, que se rodó en tiempo récord y con muy poco presupuesto, unos actores que interpretan papeles arquetípicos y bastante insulsos (la chica tonta que quiere ser amable con todo el mundo, el propietario judío de una floristería que sólo piensa en conseguir más dinero, el chico con aspiraciones pero a quien le faltan casi todas las neuronas, la madre posesiva y dependiente…) dan como resultado una película que, de no ser por esos toques de acidez y humor que salpican el metraje (y tal vez parte se deban al doblaje, como la voz de la planta), no merecería la pena. Pero, al tiempo, tiene un cierto atractivo difícil de definir, y que tal vez se relacione con la obsesión por encontrar ese horror que no aparece: ¿qué podría darle miedo a un espectador de 1960? ¿hay espectadores de 1960 por aquí? ¡Qué va a haber!

En fin, que yo os recomiendo verla con ojos curiosos, pero sin esperar que la increíble y siempre presente interpretación de Jack Nicholson os nuble la mente. Vedla, disfrutadla, y pasad a algo más contundente. O no. Haced lo que queráis.

¿Habéis visto alguna de las dos versiones? ¿Os gustaron, os dejaron indiferentes, os sorprendieron? Tenéis los comentarios para lo que os apetezca. 

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