Los increíbles 2 (2018)

Yo ya daba por perdido ir al cine este año. Mirad que estoy viendo muchísimas películas este verano, casi una al día. Y casi todas malas. Cosas de Netflix: cuesta horrores encontrar lo bueno entre tanto entretenimiento absurdo. Aunque acaban de subir varias películas de Orson Welles. Igual tenía que arrancar por ahí.

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Secuela de «Los increíbles». Helen tiene que liderar una campaña para que los superhéroes regresen, mientras Bob vive su vida «normal» con Violet, Dash y el bebé Jack-Jack —cuyos superpoderes descubriremos—. Su misión se va a pique cuando aparece un nuevo villano con un brillante plan que lo amenaza todo. Pero los Parr no se amedrentarán y menos teniendo a Frozone de su parte.

Pequeña nota para hablar de Bao, el cortometraje que precede a la película. Hay quien dice que esta obra de Domee Shi es floja, pero tiene la dosis exacta de humor y ternura. El síndrome de nido vacío de una madre que ve cómo sus esfuerzos de crianza se diluyen y se desprecian cuando su hijo decide emprender una nueva vida. No es espectacular, pero tiene una sutilidad y se desliza con una facilidad que resulta delicioso —como los baos. Chiste fácil—.

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Voy con el plato principal. Mucho miedo tenía, sí. Porque lo que fue la gran factoría de ideas originales, lleva años sumida en segundas y terceras partes, en explotar éxitos. Sin desmerecer la calidad, la historia dejaba de lado contar algo diferente. Y eso mismo es lo que me ha sucedido con los Increíbles en su segundo volumen: no aporta novedad.

¿Significa que es una mala película? De ninguna manera. La película mantiene la calidad técnica y nos ofrece una historia bien enclavada en sus objetivos, pero estos no distan demasiado de los de la primera parte y el elemento sorpresa brilla por su ausencia. Si gustó la primera, es probable que esta también guste. Pero más por ejercicio de nostalgia que por otra cosa.

Alguna novedad sí que hay, sí: un marcado viraje hacia el protagonismo de las mujeres a lo largo de toda la película. Brad Bird trató de desmarcarse del movimiento #Metoo afirmando que no lo hizo porque «era lo que tocaba». «No es que no me gusten las chicas fuertes. Tengo bastante seguridad en mí mismo», es la frase que marca mejor la afirmación de que una mujer poderosa no tiene por qué intimidar, y al menos parece no hacerlo al proyecto de novio de Violet, la hija mayor. Pero no puedo dejar de pensar en por qué la relación amorosa tiene que ser el centro de su papel. ¿no tienen las adolescentes otras crisis que no sean buscar novio? La película también muestra un cambio de roles, con un super héroe que comprende que llevar la casa puede ser un trabajo mayor que salvar al mundo, pero que también contempla esa situación como «algo temporal», un mal necesario para recuperar su estatus de super héroe y, por fin, dedicarse «a lo suyo», como si cuidar de los hijos no fuera su tarea.

Así que sí, Los increíbles dos tiene un viraje hacia el feminismo pero golpea con una de sal y otra de arena, sin terminar de anclarse en el pasado ni ofrecer un cambio hacia un nuevo y necesario modelo de sociedad con roles no marcados.

He echado de menos el aspecto más ácido del humor de la primera parte. Tiene toques divertidos, sí, sobre todo las escenas que recaen en el bebé Jack Jack, pero me hubiera encantado que jugara más con el doble sentido adulto – infantil. Aprovecha con acierto el éxito de los personajes secundarios de la primera parte y les ofrece un huequito —qué sería de Los increíbles sin Edna— para que hagan, de nuevo, lo mismo, lo que tan bien se les da.

Así que, ¿me lo he pasado bien? Pues sí, para qué voy a negarlo. La he disfrutado, me he reído y no me he adormecido en ningún momento —teniendo en cuenta que la vi en última sesión y que no soy pájaro nocturno, eso dice mucho de la película—. Pero como punto débil, no ofrece mucho más de lo que ofrecía la primera parte. No sé si eso es una oportunidad perdida, o si hace de la película algo prescindible. En todo caso, espero nuevas –nuevas de verdad— ideas de Pixar.

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