Mascotas (2016)

Cuando en tu ciudad la temperatura sube a unos treinta y ocho grados (algo poco habitual) y la humedad no ayuda, una de las mejores opciones que tienes de sobrellevar la sensación pegajosa es ir al cine.

Pues no habré visto yo películas malas a cambio de un poco de aire acondicionado.

mascotas, acabo de salir del cine, poster

En un edificio de apartamentos de Manhattan, la vida de Max como mascota favorita corre peligro cuando su dueña trae a casa a un otro perro llamado Duke, con quien Max pronto tiene sus diferencias. Pero ambas mascotas tienen que dejar atrás su rivalidad cuando se enteran de que un adorable conejito blanco llamado Snowball está reclutando a un ejército de animales domésticos que han sido abandonados, decididos a vengarse de todos los animales domésticos felices y de sus dueños. 

La elección estaba entre Mascotas y Cazafantasmas. No tengo prejuicios porque Cazafantasmas esté protagonizada por mujeres. Es sólo que me da mucha pereza volver a ver una «revisión actualizada». La acabaré viendo, por supuesto, pero esta semana no.

Mascotas es de una simpleza que asusta. Asusta a un adulto. Creo que a los niños les apasionará. Al menos, los pocos que había en la sala en mi sesión no quitaban ojo de la pantalla, lo que debe ser una buena señal de que cumple con su cometido: mantenerles hora y media expectantes sin armar ruido. Pero, para los más mayores, está a años luz de los dobles sentidos de la factoría Pixar.

El planteamiento es bastante habitual —cambiad el perro por un niño y su recién llegado hermano pequeño y habréis visto la película mil veces—: un segundo perro irrumpe en la familia perfecta para destrozarla, o eso piensa Max. Por una serie de casualidades, él y su nuevo hermano, Duke, acaban siendo capturados por el servicio de recogida urbana de animales. Logran huir con la ayuda de un conejo blanco, líder de las mascotas abandonadas e intentan regresar a casa, mientras los vecinos animales de Max organizan una campaña de rescate.

El comienzo es más divertido, emocionante, pero a medida que avanza el metraje se instala la monotonía, con unos personajes planos que se limitan a repetir el mismo rol una y otra vez. Nuevamente, en lo que parece ser ya una rutina, lo mejor de la película está condensado en el trailer promocional, un comportamiento que los estudios deberían repensar si no quieren caer en decepcionar al público.

Es un ejercicio de sentimentalismo, de adoctrinamiento infantil donde todos acaban siendo buenos —hasta el halcón, que no se come a nadie, como sucede en la mayoría de películas con animales de por medio, muy lógico todo— y todos aprenden que tienen que corregir sus defectos y ayudar a los demás, y ser valientes, y… Menos Chloe, la gata. Ella pasa de todo. Me encantan los gatos.

¿Lo más divertido? Descubrir todos y cada uno de los plagios —perdón, homenajes, en qué estaría pensando yo— de grandes películas de la historia: desde Con faldas y a lo loco, pasando por Parque Jurásico, Mátrix, Indiana Jones… llega un momento en que uno sufre para encontrar un plano original que no se haya visto ya y sufre de cierta acumulación de refritos varios.

En resumen, Mascotas resulta un entretenimiento adecuado para los más pequeños, que van a disfrutar de lo loco con las andanzas de esta panda de bichejos entrañables, pero dejará a los adultos sumidos en el papel de meros acompañantes, sin ofrecerles nada más que lo que se muestra en la campaña. Ese parece ser su objetivo, así que la productora se puede dar por más que satisfecha con el resultado y ya ha puesto en marcha una segunda pare que, yo al menos, obviaré.

Es vuestro turno: ¿habéis visto Mascotas? ¿Con o sin niños? ¿Os ha gustado? Tenéis los comentarios abiertos para lo que queráis decir. 

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