La La Land (La ciudad de las estrellas, 2016)

Como podéis ver, sigo muy al día en lo que a novedades de cartelera se refiere. Cuando todos ya habéis visto el La La Land – Gate en los Óscars, aquí vengo yo a hablar de esto. De verdad que estoy intentando ponerme al día, pero las cosas van despacio. En fin. Lo que sea.

la la land, acabo de salir del cine, la ciudad de las estrellas1la la land, acabo de salir del cine, la ciudad de las estrellas

Mia (Emma Stone), una joven aspirante a actriz que trabaja como camarera mientras acude a castings, y Sebastian (Ryan Gosling), un pianista de jazz que se gana la vida tocando en sórdidos tugurios, se enamoran, pero su gran ambición por llegar a la cima en sus carreras artísticas amenaza con separarlos.

No sé si ahorraros trabajo y permitir que dejéis de leer ya: La la land no es Whiplash. Y ya. Sí, yo iba con la esperanza de que lo fuera, de que me revolviera el estómago, pero nada. La vi en sesión de noche y no estoy plenamente consciente a partir de ciertas horas. Me adormecí durante parte de la película. No sé si debería decirlo, con la cantidad de exaltados que gritaban al viento —es decir, en las redes sociales— sus virtudes. Pero creo que ha pasado suficiente tiempo como para que buena parte de esa gente se haya olvidado de ella.

No digo que sea una mala película. En cierta manera, es la película perfecta para Hollywood: bebe de su historia más clásica, del musical de Fred Astaire, de lo que el cine significa en la imaginería de buena parte de los académicos del cine estadounidense que, dicho sea de paso, no son muy jóvenes. Es colorida, juega a mezclar estilos visuales sin obsesionarse con ninguno en concreto, aunque me da que eso, en lugar de dotarla de un alma original, le resta personal.

El comienzo, con ese falso plano único mientras un grupo de alocados cantan «Another day of sun» en medio de una autopista —para mí, la mejor canción de la banda sonora, más que «City of stars», que me resulta muy repetitiva aunque como nana es un diez—, es magnífico. Todo augura una película excepcional, porque se han ganado al público en el minuto uno.

Y todo va bien, en serio. Pero a mí se me cayó la parte central de la película. Tal vez por su estructura en cuatro estaciones, en la que no entendí la diferencia entre el segundo y el tercer actos. El tercero es más de lo mismo, estirar el anterior sin animarse a llegar de una vez a un desenlace que, dado el tono general de la película, es un poco deprimente.

Porque esa es la cuestión de la película: nunca predica con el ejemplo. Es una historia de desamor con un trasfondo de amor, una película que defiende la pureza de la música jazz utilizando para eso los temas más edulcorados y adaptados para que no resulten agrestes al público, que busca la innovación en la falta de originalidad.

Esto está quedando un poco oscuro, y es que ha pasado bastante tiempo desde que la vi y, al contrario de otras películas, como Comanchería, la imagen que tengo de La La Land me resulta más aburrida a medida que pasan los días. Tal vez también influye la eterna cara de perro apaleado dando pena de Ryan Gosling —sin embargo, acabo de ver Drive y me ha encantado, a pesar de que la cara es la misma— y ese rostro que es todo ojos de Enma Stone. Ella me encaja menos que él, pero ninguno de los dos termina de emocionarme. El interludio, por llamarlo de alguna forma –qué tendrá esa horrible tercera estación— de John Legend también me pareció totalmente suprimible e innecesario.

Al final va a resultar que la película es un asco y yo no me había dado cuenta. Pero muy cantarina y colorida, eso sí. Aunque para ver un musical, me sigo quedando con Empieza el espectáculo (All that jazz).

Vuestro turno: ¿Os pareció para tanto? ¿Tuvo un éxito inmerecido? Tenéis los comentarios a vuestra disposición.

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