Intocable (2011)

Mi catarro mejor, gracias. Pero toso. Toso una barbaridad. Toso como si tuviera que toser por toda la humanidad, como si todas las toses se hubieran reunido para que yo las expulsara. Soy de una exageración que asusta. Pero, hablando en serio, toso lo suficiente como para incordiar a una sala de cine medio vacía y yo por ahí no paso. Si a esto le sumamos que estamos en fase de prueba de la recién llegada Netflix, estaba claro que tendríamos que tirar una semana más de alguna película que no fuera de estreno. Ya veremos la semana que viene.

Intocable. Acabo de salir del cine

Philippe, un aristócrata millonario que se ha quedado tetrapléjico a causa de un accidente de parapente, contrata como cuidador a domicilio a Driss, un inmigrante de un barrio marginal recién salido de la cárcel. Aunque, a primera vista, no parece la persona más indicada, los dos acaban logrando que convivan Vivaldi y Earth Wind and Fire, la elocuencia y la hilaridad, los trajes de etiqueta y el chándal. Dos mundos enfrentados que, poco a poco, congenian hasta forjar una amistad tan disparatada, divertida y sólida como inesperada, una relación única en su especie de la que saltan chispas. 

A mi las comedias francesas me gustan. Más que las españolas y las inglesas que, por lo general, son más burdas, y desde luego más que las americanas, al menos más que esas que basan un chiste en enseñar tetas o culos. Ojo, que los franceses van de sutiles y a veces no. Ejemplo: ¿Donde puedes encontrar un tetrapléjico? Donde lo hayas dejado. Humor del fino, políticamente correcto, como podéis ver. Aún así no puedes evitar esa sonrisa que sabes que es muy, muy incorrecta, pero que esperas que nadie haya visto.

Además a los franceses les da mucho por mezclar la comedia con los temas sociales. Van en pack o algo así. Hace unos meses os hablaba de les garcons et Guillaume a table, una suerte de autobiografía con la cuestión homosexual de fondo, y esta semana le ha tocado el turno a la discapacidad física y a los suburbios franceses.

Pero ojo, que tampoco vais a sufrir mucho, porque la cosa está suavizada, es una película amable. Porque tenemos por un lado a Omar Sy, un inmigrante senegalés — ¿por qué senegalés si el asistente de Philippe en la vida real, Abdel Sellou, es magrebí? ¿No había magrebís disponibles en el casting que dieran el pego? Es cuando menos, curioso— que tiene un montón de hermanos que viven todos de su madre, explotada como limpiadora en unas oficinas. Lo peor, la bañera. Vamos a ver, que Omar Sy es un hombre grande, de un metro noventa —y con una sonrisa alucinante, que no se me olvide eso— y meterle en una bañerita de menos de un metro es casi, casi, cruel. Ha estado en la cárcel, en su casa se come lo justo y uno de sus hermanos se está metiendo en líos de drogas. Pero muy amable todo. Casi no te da ni pena.

Y por otro lado tenemos a Philippe, que es tetrapléjico. Pero es que, además, es archimillonario, casi como el Tío Gilito. Tiene una cohorte de asistentes increíble: el jardinero, los cocineros, su asistente personal, la ama de llaves de la casa, chófer, el que limpia…. y a Driss. Y el Maserati. Madre mía qué Maserati. Seguro que eso consume una barbaridad, pero me da lo mismo, yo quiero necesito ese coche. Ser tetrapléjico es una desgracia, pero imaginad ser un tetrapléjico dependiendo de la asistencia social. Entonces sí que soltaríamos lagrimones a mansalva. Pero aquí todo es muy cómodo, muy agradable. Hasta los ataques de dolor fantasma que sufre parecen un poco pantomimas y nos permiten centrarnos en ese humor agradable, no esperpético, de sonrisa fácil.

Es una película bonita. Y ya. Es tierna y no nos obliga a tener problemas de conciencia porque nosotros no somos tetrapléjicos ni marginados sociales y deberíamos sentirnos súper alegres con nuestras vidas no disminuidas y políticamente integradas. No cae en sentimentalismos pero tampoco pretende ser una película de denuncia social. Es la historia de superación de dos hombres que hacen lo que pueden para vivir sus vidas de la mejor forma posible. Que no es poco.

Y hay mucha música: mucha clásica y mucho Earth, wind and fire. Con lo poco que les gusta lo inglés a los franceses, qué cantidad de música que suena aquí. Como son todo temas muy reconocibles pues qué queréis que os diga, se os va a mover la cabeza de un lado a otro.

La vais a disfrutar.

Si queréis conocer más de primera mano esta historia, hay dos libros editados, Intocable, escrito por Philippe Pozzo di Borgo en 2001 —reeditado por supuesto con motivo de la película— y Una amistad improbable (Tu as changé ma vie), escrito por Abdel Sellou, con lo que se completan los dos puntos de vista.

¿Eres fan de las comedias francesas? ¿Y de las historias de superación? Tienes los comentarios a tu disposición para lo que quieras. 

2 comentarios en “Intocable (2011)

  1. Es un drama tremendo con un toque de humor que le da la vida. Porque la historia principal es un dramón, no me digas tú… Anclado para siempre, menuda pesadilla para quien no se puede estar quieto en la vida.

    La película me encantó. A diferencia de ti, me encanta la comedia inglesa (no, la española y la americana no) y me gustan mucho las mezclas de drama y comedia en las que ves cómo con humor puedes salir de casi cualquier situación.

    Me ha gustado el artículo, pero como me tosas en el cine te llamo la atención seguro 😉

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    1. Hola Marcos,

      Muchas gracias por leer el post y comentar.
      Por supuesto, la situación de Philippe es trágica, pero creo que no es en lo que más se centra la película, sino que toma esa situación como base para desarrollar la relación entres los personajes.
      Y la comedia inglesa sí que me gusta (sobre todo esa afición tan sana que tienen de reírse de sus propias costumbres), pero me parece menos sutil que la francesa. También tienen en común que ambas suelen tratar en el fondo de cuestiones sociales.
      Yo también mataría a quien se ponga a toser como un energúmeno en el cine, por eso no voy, de momento 😉

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