Batman v. Superman: El amanecer de la justicia (2016)

Cuando uno —entiéndase «yo», todo lo que aquí digo es personal aunque a veces generalice un poco— lee Batman contra Superman, al momento piensa en esas parejas míticas y arquetípicas que se repiten en tantas ocasiones que es imposible mentarlas todas: Cíclope contra Lobezno, Goku contra Vegeta, Oliver Atom contra Mark Lenders… Sea cual sea el caso, todos tienen algo en común: uno de los personajes encarna el «bien absoluto», sin dobleces, sin medias tintas. Lo que es es bueno es bueno y listo, no hay grises. El otro personaje es un sí pero no, es una montaña de gradaciones, de ser bueno pero con matices, de ser malo pero con un buen corazón.

Lo importante de esta introducción, o eso creo yo, es que, al final, todos hemos querido ver cómo le dan una somanta de palos al señor Summers. O a cualquiera de los otros buenazos. No hay cabida para seres inmaculados en este mundo.

Vaya. Creo que ya me he posicionado.

batman_v_superman_dawn_of_justice, el amanecer de la justicia, acabo de salir del cine, poster

Ante el temor de las acciones que pueda llevar a cabo Superman, el vigilante de Gotham City aparece para poner a raya al superhéroe de Metrópolis, mientras que la opinión pública debate cuál es realmente el héroe que necesitan. El hombre de acero y Batman se sumergen en una contienda territorial, pero las cosas se complican cuando una nueva y peligrosa amenaza surge rápidamente, poniendo en jaque la existencia de la humanidad.

He tenido la enorme suerte —o desgracia, depende de cómo lo vea— de haber leído hace muy poco El retorno del caballero oscuro, la novela de Frank Miller donde se presenta, entre otros muchos temas, el combate entre Batman y Superman. Épica en estado puro. Si no habéis leído la historia, no estoy segura de que estéis en el lugar correcto ahora mismo. Frank Miller es, en mi humilde opinión, un genio, y poco a poco voy leyendo todas sus obras. Le añade a todos sus personajes una profundidad de la que, en general, carecen las hordas marvelianas. Ojo, que yo he disfrutado como nadie de Marvel, aún lo hago en mis horas de asueto, pero a medida que me hago mayor pido algo más. Y parece que ese algo me lo da DC.

El problema que esto plantea, es que los caracteres, las luchas internas tienen mucho más de interesante que las peleas y eso creo que ha dividido tanto la opinión entre crítica y fans de esta película. ¿Qué hemos ido a ver? ¿Una película de mamporros o una profunda digresión interior? Un poco de cada, diría yo, algo que tiende a dejar insatisfecho a todo el mundo.

Para empezar, los personajes de Batman v Superman —permitidme que obvie el subtítulo, que alarga demasiado la cosa— están ya entrados en la edad madura. Fuera prepúberes, adolescentes y jovenzuelos. Aquí todos han pasado por cosas buenas o malas, por circunstancias difíciles o imposibles y todos han elegido un camino. Fijémonos si no en Batman, un ser solitario, austero, que vive de acuerdo con sus creencias que, cada vez más, se alejan del bien por el bien y toman unos matices fascistas y autoritarios. Ben Affleck está, por cierto, bastante bien. A ver, tiene la misma expresión durante toda la película, pero es que esa expresión encaja con el Batman senior. Sin duda, el personaje más interesante de todo el metraje.

Luego tenemos a un Superman que, como ya he dicho al principio, es para darle un par de hostias bien dadas. Y se las dan. Y todos contentos. ¿Queréis ver una cara carente de cualquier parecido a la expresividad? Henry Cavill es vuestro hombre. Si ya el personaje es una planicie en el desierto —yo soy yo, y a mi lo de las circunstancias me importa una…—, es que el actor no hace nada por arreglarlo. En Operación U.N.C.L.E. apuntaba maneras, pero esto me lo confirma. La verdad es que no he visto El hombre de acero, aunque las referencias que tengo no son buenas. En fin, bien valdrá una sobremesa.

En comparación, me parecen normales las críticas a Jesse Eisenberg como Lex Luthor. Para empezar, la edad no acompaña —yo hubiera escogido a un actor de más edad— pero, además, es tan exagerado en todo momento, algo que por comparación al resto del reparto se exacerba, que es cierto, parece caer en el tic y en el cliché incontrolado. Una pena, porque no creo que lo haga mal del todo, pero me parece sobre todo un fallo de casting.

Y ya, para acabar con la masacre actoril, vamos con el elenco femenino. Por un lado tenemos al personaje de Wonder Woman, al que tanto bombo se le ha dado en la previa comercial y que, sin embargo, aparece bien poco. Tan poco que, la verdad, no me he hecho una opinión sobre si Gal Gadot vale o no vale y sólo voy a decir una pequeña tontería: ¿Por qué sale toda la película con el pelo liso lisísimo y, cuando por fin la vemos caracterizada de Wonder Woman, el pelo está ondulado? ¿Se ondula de manera natural al ponerse el traje o llega tarde a todas las peleas contra el mal por eso de encontrar dónde enchufar la plancha? En fin. La otra actriz relevante es Amy Adams, que interpreta uno de los personajes más repelentes de la historia: Lois Lane y que, a pesar de ello, consigue que olvide en algún momento ese repelús que me da. Debe ser porque tampoco sale demasiado. Lo suficiente para decir la frase más idiota de la película: «No soy una mujer, soy una periodista». Si eso es el adalid del nuevo feminismo, lo llevamos claro.

Me han encantado los dos primeros tercios de la película. Pues sí. Y mira que no daba yo un duro antes de empezar, pero si se hubiera reducido a ese metraje, habría salido encantada. Hay fallos, está claro, pero la historia está bien guiada, los personajes bien analizados y toda la disyuntiva bien-mal, consecuencias, impacto social y demás temas que a Miller le encanta analizar están ahí, en mayor o menor grado.

Y en estas llegamos al tercio final y todo se emborrona y ya no sé dónde está. Coincide, más o menos, con la aparición del ser que, si soy sincera, no he conseguido entender para qué es creado, o qué influencia tiene Luthor en su desarrollo —la inteligencia no será, digo yo—. A partir de ahí todo son rayos de colorines por todas partes. Si os quedáis hasta el final de los créditos, os sorprenderá que el equipo de efectos especiales tiene más gente que todo el resto de equipos técnicos juntos. Pues bien, están todos ahí reunidos en el tercio final, habrán salido carísimos y no sé bien para qué. Se cargan el matiz psicológico de la película para ofrecernos un espectáculo de pirotecnia que, supongo, algunos habrían estado esperando desde el principio. Yo me hubiera centrado en la pelea Batman vs Superman y hubiera eliminado la última pero, claro, entonces cómo dejas caer que hay un grupo de meta humanos, entre los que está Wonder Woman, que son los que van a protagonizar la próxima película: La liga de la justicia. No, eso hay que dejarlo claro, que habrá más películas y más películas y más películas todavía de este nutrido grupo de personajes oscuros y atormentados.

En fin, que se va todo al garete al final. Y mira que lo siento, porque hasta ese momento había sido todo tan disfrutable… Aún así, para mi, DC sigue ganando a Marvel. Pero, por favor, no me vayáis a decir que me pegue un tiro o algo así como le dijeron al editor de cultura de El Confidencial. A cada uno le gusta lo que le gusta, y yo lo de los chistes fáciles y peleas continuas lo reservo para los ratos de desconectar.

Por cierto, tengo que echar un vistazo —o un oído— más en detalle a la banda sonora de Hans Zimmer y Junkie XL porque la combinación me pareció muy acertada y me dejó muy buenas sensaciones.

Es tu turno: ¿Has visto Batman v. Superman? ¿La has disfrutado o eres un detractor? Tienes los comentarios abiertos para dejar tu opinión.

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