Sicario (2015)

Volvemos —vuelvo, pero uso el mayestático para suponer que hay alguien al otro lado– a mi lista eterna y escojo una película que, si bien parece que pasó inadvertida en cartelera, luego aparecía reflejada en las listas de películas del año de muchísimos blogueros. Blogueros de los que me fío, se entiende.

sicario, acabo de salir del cine, poster

En la zona fronteriza que se extiende entre Estados Unidos y México, la joven Kate Macer, una idealista agente del FBI, es reclutada por una fuerza de élite del Gobierno para luchar contra el narcotráfico. Bajo el mando de Matt Graver, un frío miembro de las fuerzas gubernamentales, y de Alejandro, un enigmático asesor, el equipo emprende una misión que lleva a la mujer a cuestionarse sus convicciones sobre la guerra contra los narcos y los límites de la ley.

Es curioso que la segunda película de Denis Villeneuve, que además he visto en un corto período de tiempo, me haya dejado sentimientos encontrados. La primera fue La llegada y ahora, con Sicario, me vuelvo a encontrar con la sensación de que había algo grande ahí que no ha terminado de cumplir con mis expectativas. Irritante, aunque no por ello es una mala película.

El problema más claro, a mi modo de ver, es el papel de Emily Blunt. No digo que esté mal escogida como actriz, sino que todo comienza en el guión: se escoge a la agente Kate Macer para el grupo de élite por dos razones: por un lado su capacidad y valía —bien— y por otro sus conexiones y su pertenencia a un cuerpo gubernamental. Cabría esperar de ella algo que demostrara esas capacidades y, sin embargo, lo que vemos a lo largo de toda la película es una mujer débil, llorona, que ante cualquier amenaza se ve sobrepasada y que delega toda la acción y toma de decisiones en cualquier hombre a su alrededor. Está bien, tiene problemas éticos para hacer frente a la acción. Pues una de dos: o apechugas con las órdenes y haces tu trabajo, o das un carpetazo y te piras. Pero jugar a ser una niña débil no, por favor.

Frente a ella, tenemos a un Benicio del Toro mucho más agraciado. En todos los sentidos. ¿Cómo lo hace para parecer un señor muy arrugado unas veces y otras fresco y jovial?  Benicio del Toro es un actorazo que clava esos papeles de bueno-malo, de hombre gris que se mueve entre el blanco y el negro como le da la gana según las circunstancias. Frente a él, Blunt está perdida.

El punto fuerte de la película es, sin duda, la parte técnica, un estilo visual que se aleja del modelo americano (a pesar de que la historia no puede ser más típica) y adopta una estética más europea —curioso siendo el director franco canadiense—, con planos  a veces extraños —como la conversación entre Blunt y del Toro, grabada en un plano muy alejado en la que no se distingue la expresión de los actores—, y donde el propio espacio físico, la frontera con México es quien toma el verdadero protagonismo, como si fuera una entidad viva, cambiante, reflejo de una humanidad que también lo es. Desde las oficinas gubernamentales más frías a la aglomeración de vehículos en el control fronterizo —una de las secuencias que más disfruté fue, precisamente, el tiroteo que tiene lugar ahí— el uso del espacio y la forma de retratarlo demuestran una gran pericia.

El sicario nos ofrece una versión diferente de un conflicto que se mueve entre lo político, lo económico y lo social, donde no siempre están claras los límites entre buenos y malos, y con un desenlace que guarda para sí una pequeña y deprimente lección.

No es la joya que esperaba, pero es cuando menos una película más que disfrutable y que llegará a sorprender en algunos puntos.

¿Habéis visto Sicario? ¿Os gustó? ¿Creéis que merece estar entre las mejores películas de 2015? Tenéis los comentarios a vuestra disposición. 

 

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